sábado, 28 de mayo de 2011

A la vuelta de la esquina de mi casa, por ahí por donde se pone la feria los miércoles y sábados, estábamos todos los de psicología, mechones y añejos, todos. Fuimos a comprar vino y cositas ricas pa tomar a la botillería que queda más allá, la Española. Estaba ahí decidiendo qué iba a seguir tomando - ya estaba media borrachina- cuando llegó una mina que decía que era la Karen. Yo la miraba y sus cejas juntas me revelaban que no era ella, que me estaba mintiendo... quizás quién era. Yo estaba ebria ya, así que no le costó mucho convencerme de que sí era la Karen, pero que ésta era una fiesta de disfraces y ella estaba disfrazada de otra mina que yo no conocía.

Después bajé de la botillería y vi a la Karen real... se enojó un poco porque había caído en la trampa de la otra mina, pero después se le pasó. Un weón me dijo algo que me molestó y me puse a pelear con él. Le pegué puñetazos y una patada en el pecho, pero cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo me dio vergüenza estar peleando afuera de una botillería. "Dignidad", pensé, y nos devolvimos a la esquina donde estaban todos sentados en el suelo. Éramos tantos que ocupábamos la calle también.

Pasé entre las filas sin dificultades.. me llamó la atención mi agilidad en este estado. Desde atrás un loco gritó susurrando, como imitando el sonido de los gritos de multitudes: "que cante! que cante!" y yo me di vuelta con cara de pilla y susurré gritando: "toca guitarra! toca guitarra!". Entonces tomó una guitarra y el Zelaya sacó un djembe. Empezó a percutir samba lando, intenté aclararme la garganta y recordar la letra. Pero no me la supe, no recordaba cómo empezaba la canción... me quedé en silencio con cara de ebria risueña y el Zelaya se reía también. Tenía los ojos bonitos.

Quería más vino. Me pesaba el resfrío y sentía que no era buena idea tomar en la calle estando así de enferma, hacía mucho frío. Pero mi casa estaba tan cerquita y podía volver cuando quisiera... y quería más vino...

jueves, 26 de mayo de 2011

En la pieza de la Estefanía todo se movía, el monitor del computador, su brillo labial, una caja. Las cosas se retorcían sobre sí mismas... pero cuando le conté no me creyó, dijo que su casa temblaba un poco cuando pasaban los autos y que eso era todo. Parece que ella no veía como las cosas de su pieza bailaban lento. (Por la ventana veo a un grupo de hombres que pesca con cañas en la orilla de un canal...)

Veníamos de un carrete. Cuando terminé de cambiarme ropa en su pieza, bajamos a la calle. Venía llegando un grupo de gente del mismo carrete, y de repente, una de las niñas que mejor se veía empezó a vomitar y no podía parar..

Tomamos una micro a Estados Unidos. En el viaje, todos jugábamos a un juego extraño: consistía en sentarse al lado de una persona que te resultara atractiva, un rato, sólo para hacérselo saber y luego te cambiabas a otro asiento, al lado de otra persona y así. Dentro de la micro, entonces, había mucho movimiento, todos disfrutaban el juego. La Estefanía se sentí entre dos locos que la miraron llegar a su lado con ansias; yo me senté con un par de locas. Era entretenido. De repente vi a una con los ojos azules, casi celestes, que se reflejaban en la ventana, y me di cuenta de que no se había cambiado de asiento en todo el viaje. ASí que fui yo a sentarme al lado de ella. Cuando llegué, me miró y se rió; dijo que estuvo todo el rato pensando en sentarse con el tipo de allá y el de más alla, pero que nunca estuvo en sus planes sentarse con una mujer.

Llegamos a nuestro paradero, pero no puedo reaccionar. La Etefanía y la Celeste se bajaron ya, y caminan lento.. ya van lejos de la micro. De repente se acuerdan de mí, se dan vuelta a mirarme y ahí reacciono. Paré a la micro, que ya había empezado a andar de nuevo y me bajé.

Caminamos por un sendero con bolsas en la mano y de repente la Paloma (?) nos recuerda que tenemos que buscar leña en el campo. A mi izquierda encontré en el suelo un tronco con forma de codo. Cuando miré hacia arriba descubrí que se había caído de unos árboles majestuosos.. Me ofrecí para hacer astillas y empecé a cortarlo en trocitos con un cuchillo, ahí mismo en el sendero.

Estaba en eso cuando se acercó un pastor evangélico, o algo así, que me retó por mi herejía. Me gruó que cómo se me ocurría destruir los árboles sagrados de la Virgen, que él con mucho esfuerzo había comprado el terreno que colindaba con el sendero para plantar esos árboles en honor a la Virgen. Él no podía creer lo que etaba haciendo. Entonces pensé en explicarle que el trozo de madera que tenía en mis manos se había caído del árbol.. que ya no le servía y que a nosotras nos daría calor... pero no le dije nada, porque en su cara descubrí que no escucharía, sólo soltaría más gritos. ASí que lo ignoramos y seguimos caminando, mientras él volvía al lado derecho del sendero, con un grupo de fieles a continuar su reunión.

Por fin frente a nosotras apareció el lago. Era hermoso, verde, pero se veía seco, muy bajito. Un oso medio roñoso, pero deslumbrante igual, se paseaba por el medio del lago, seguramente con sus patas tocando el fondo. Le dije a la Estefanía que acá en Estados Unidos era verano... "¿Cuál verano?"... ¿Cómo que cual verano? respondí, pero no dijo nada. A pesr de que era verano hacía mucho frío.

Intentamos rodear el lago para llegar al lugar donde íbamos a acampar, pero en el camino nos encontramos con una maquinaria monstruosamente grande y ruidosa, diseñada para llevar los desechos al lago. Tiraban toneladas de latas al lago.. y el chofer de una de las máquinas más pequeñas me dijo "no se procupe 'lola', si las latas flotan".. como si eso cambiara en algo las cosas.

Intentamos pasar por entre medio de las máquinas e instalaciones, pero era terrible. En cualquier momento salían de unos tubos giantes frente a nosotras, una especie de taladros, a gran velocidad... y lo único que podíamos hacer era tirarnos al suelo y esperar a que pasara.

Encontré un camino alternativo, con menos peligros y me fui por ahí. Me sentía como un gato ágil y asustado, sorteando los obstáculo que la empresa de desechos iba poniéndome. Pero no alcancé a salir. Desperté.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Hoy recordé que en séptimo el profesor de historia nos enseñó un día que por muy enamoradxs que estuviésemos, era una exageración y un error decir que adorábamos a nuestrx enamoradx. No se puede adorar a una persona, decía, eso es sólo para Dios; puedes amar a alguien, pero sólo a Dios puede adorarse. Incluso dijo algo sobre el origen etimológico de la palabra, que no recuerdo muy bien, pero algo tenía que ver con Dios.

Vacié sus palabras de lo que él quiso decir y reconstruí el recuerdo, le di un nuevo sentido.

Desde el fondo de la sala de clases pienso en ti y asiento sonriendo: no es la que he construido en esta vida quien pone en un altar a la que tú has construido en esta vida, sino que es la diosa en mí que reconoce a la diosa en ti, adorándote con aires festivos.

domingo, 1 de mayo de 2011

yo no sé si estarás acá, pero vengo a rendirle homenaje a tu cuerpo felino, a los cojinetes rosaditos que adoro, a tu agilidad petrificada aún cálida. No sé qué serás ahora, pero mientras mi hermana mueve la tierra descubro cuan cerca están las raíces de tu cuerpo, qué bonito que vayas a quedarte un poco en el matico y el cedrón, un poco en la tierra, tu olor a viejita en el aire. Ya no sé nada de ti, pero tu ronroneo vibra fuerte en mi pecho y tus garritas me amasan con ese tacto tan tuyo, despertándome la ternura, espantando a los cucos.