miércoles, 22 de julio de 2009

Quiero no querer lo que quiero.





Nada es lo mío

jueves, 16 de julio de 2009

Si "nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes", entonces NUNCA sabes lo que tienes.
Ya lo perdiste, ya no lo tienes.

sábado, 4 de julio de 2009

Fuiste sigilosa, muy cuidadosa de no hacer ruido con tus movimientos en medio de la oscuridad, pero conmigo no resulta... ya sabes que apenas te acercas, apenas entras a nuestra casa, siento tu presencia que llena toda la habitación de luz, no de luz de esa que entorpece.. luz tenue que acoge e invita.
Quise jugar, así que no me mantuve de espalda. Me di vuelta y fingí dormir.
Tampoco me resultó.. ya sabes que siempre sé cuando llegas, entonces no creíste en mis ojitos cerrados. Pero conoces mis juegos y sé que pudiste notar una leve sonrisita en mi cara que pretendía parecer dormida, así que no interrumpiste nada.
Dejaste toda tu ropa sobre la silla que había más alla y te acostaste a mi lado.
Estás tibia, y es tan agradable..
y entiendes el juego tan bien..
Despacito, como si intentaras no despertarme, te acostaste sobre mi espalda, entrelazaste nuestros dedos y lentamente mi respiración se fusionó con la tuya.
Por las calles todos corrían con muerte incrustada en sus rostros, me bastaba con mirarlos para saber cuánto quedaba y cómo sería. No dije nada. Nunca dije nada. No me corresponde.
En el cielo las cosas no iban mejor... sí, me gusta la lluvia, pero no de bombas. Caminaba por callejones y no encontraba a nadie que disfrutara el momento a pesar de las condiciones, era todo muy desgarrador, cruel, frío, maldito.
Camino rápido, mis piernas adquirieron voluntad propia, me llevan a no sé dónde y me preocupa un poco.. pero a estas alturas no tengo nada que perder, así que me dejo arrastrar por mí misma.
Cuando dejaron de guiarme me quedé parada sin saber qué hacer. Esperé.
Esperé y entendí. Apareció tu lucecita entre tanta destrucción inútil, me envolvió y cambiaron las cosas; dejé de temer a la muerte por el miedo que me daba perderme y comencé a temer a la muerte por el miedo que me dio perderte.

Desperté confundida, con una sed que nacía mucho antes que mi boca..
Yo sabía que estaba lloviendo allá afuera, si anoche había estado hasta tarde disfrutándola. Pero esto no sonaba como la lluvia, era como si cayeran pedazos de cielo sobre mi techo, pesados, enormes.
Curiosidad contra sed... ganó la curiosidad.
Me puse un poco más de ropa y caminé hasta la puerta que da a la calle. Saqué todos los seguros que de noche pretenden protegerme y abrí la puerta lentamente.
Me encanta la lluvia.
Y era lluvia....
El suelo estaba lleno de cuerpos maltratados, cubiertos sólo con su piel más pálida, personas que ya no importaban porque no servían más.. Algunos colgában de las ramas desnudas de los árboles, recién podados el otoño pasado. Otros permanecían cansados sobre los techos de otras casas más allá, o sobre algún auto ahora abollado. Nunca antes había percibido el verdadero respeto que los perros callejeros le tienen a los humanos. A pesar del frío, del hambre, del invierno crudo, los perritos no recibieron con apetito la carne que caía del cielo, se limitaban a olisquear por ahí y aullaban a la poca oscuridad que quedaba ahora que salía el sol por el este.
Y seguía lloviendo. Helicópteros y aviones jugaban a ser nubes y dejaban caer gotas humanas sobre toda la ciudad.
Para qué hacerlo discretamente?
Para qué tirarlos al mar con peso extra amarrado a sus cuerpos? si aunque todos sepan lo que está pasando nadie puede hacer nada para que se detenga. No tenemos el poder.

Y sigue lloviendo.. pero esta lluvia no me gusta para nada.