sábado, 28 de agosto de 2010

adoro esta sensación de suspensión, el vértigo que me produce tu juego de espera y sufrimiento, lo delicioso de la súplica implícita en nuestra respiración, saberte dueña de la decisión, odiarte por tus exquisitos preámbulos sádicos [y luego suplicarte de nuevo que ...], desear tu muerte en el momento exacto en el que tú también la deseas, asfixiarte, desmenuzarte, desgarrarte como un animal, anular todas tus defensas y obligarte a complacerme con ruiditos ahogados, gemidos asesinados por el gemido que lo sucede, mirarte a los ojos y que adivines mis planes, que seas capaz de leer en mí el deseo irresistible de violentarte


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