martes, 16 de febrero de 2010

Wrong

Creo que estoy trabajando de voluntaria en la iglesia en algo así como un fin de semana ene, porque paso mucho tiempo acá y hasta almuerzo comida que me dan ellos.
No, no soy voluntaria.. soy de las personas a las que ayudan los voluntarios. Me dijeron que en la sala del fondo iba a encontrar un montón de ropa vieja en el suelo que los generosísimos fieles desecharon y disfrazaron de caridad. No me importa de donde venga, la necesito, sobre todo ahora que es invierno y afuera llueve con furia. Terminé mis lentejas y caminé hacia la última habitación, la más húmeda y oscura. Nunca me ha gustado mucho la ropa, así que la tengo que ver toda, una por una, para elegir alguna que decida ponerme. Cuando llegué al fondo del montón, descubrí cuatro bolsas del Lider cerradas con nudos. No sé que hacen ahí, pero al tomarlas y sentir su peso deduje que eran zapatos, así que las abrí para revisarlas también.. pero no eran zapatos.... Ahora soy dueña de un torso, una cabeza y su cuello, piernas y brazos. Cada extremidad estaba cortada en dos para hacer más fácil su traslado, supongo. Es un hombre y yo lo conozco. Todo chileno lo conoce.

Los días siguientes fueron horribles. Escondí las bolsas en mi pieza, y mientras estaba en el colegio me torturaba la idea de que mi mamá las fuera a encontrar o que cualquier persona las viera y pensara que yo lo había matado. Yo no había sido. Para qué iba a querer yo matar al chupete Suazo, si no le tengo ninguna bronca ni le ha hecho mal a nadie.. ni siquiera soy hincha de un equipo como para odiarlo por algo relacionado con el fútbol. Pero si pienso mejor las cosas, no entiendo muy bien por qué me traje las bolsas a mi casa y decidí esconderlas... por qué iba a cargar yo con un crimen tan macabro ajeno? Las personas que pusieron las bolsas ahí sabían que yo iría por ropa una vez más, lo sabían, sí, tienen que haberlas puesto ahí para mí. O las puse yo ahí para mí. Yo lo maté, yo lo corté en partes, yo las metí en las bolsas y las puse bajo el montón de ropa. Yo me preparé mi propia sorpresa e intenté ser una víctima más, pero ahora me arrepiento y haré las cosas bien.

A la salida del colegio fui a mi casa a buscar las bolsas que seguían en mi pieza oliendo mal. Las puse todas en el carrito con el que mi abuela va a la feria todos los sábados y salí de mi casa a la lluvia. Me siento extremadamente vulnerable, todos saben lo que llevo en el carrito y todos pueden identificarme fácilmente por el buzo del liceo. Debí haberme cambiado ropa, pero no lo hice, no sé por qué. Los nervios supongo. El radiotaxi que llamé ya llegó y dos tipos muy bien vestidos bajaron de él y me ayudaron a guardar el carrito en el maletero. Se ven como los tipos que dieron una charla de la PDI el año pasado en el liceo. Deben andar siguiéndome. Saben lo que hice.. Mientras el chofer maneja con maestría bajo la lluvia y habla por celular con un compañero de trabajo, imagino mi foto en las noticias de esa noche. Pienso en la Mónika terminando conmigo por miedo y en su mamá condenándome por criminal, y me lamento por haber sentenciado a mi nombre para toda mi vida. No quiero vivir más después de esta noche; está decidido.

Los tipos me ayudaron de nuevo a bajar el carrito. Ahora estoy en un barrio muy pobre, humilde y flyte a la vez, todo junto conviviendo porque no queda otra. Yo sé donde vive la familia que destruí así que camino con decisión hasta su casa. Al doblar en la esquina vi una capilla que improvisaron para rezar y pedirle a dios que apareciera el cuerpo de su querido hermano, hijo, nieto, compañero y otras cosas más. Me río de dios y de mi mala suerte.. mejor hubiera actuado antes de que lo mataran y lo cortaran en pedacitos, antes de que yo lo encontrara y cargara con un peso que no me correspondía. Lo maldigo por si existe, y si no existe, entonces maldigo a mi mala suerte. Maldigo rabiosamente y sigo caminando sin mirar a nadie fijamente, aunque ellos sí lo hacen conmigo. Todos me miran y después miran al carrito, murmuran, se hablan en códigos que no conozco, me miran de nuevo y me siguen sin acercarse demasiado. La puerta de la casa a la que voy está abierta y adentro está lleno de gente que acompaña a la familia en su dolor, muchos lloran, otros rezan... muchos están con cara de nada haciendo nada. La tía mira el carrito, siente el olor a carne podrida y me mira con cara de súplica mientras repite penosamente no no no no... Llorando me indica la habitación en la que está la mamá del cadáver, se ve cansada y triste -como si fuera posible estar de otra forma en su situación..-
Le muestro las bolsas y le explico que las encontré, que yo no lo maté, que fue casualidad y pura mala suerte que yo las tenga, que las traje porque creo que es lo correcto, que no piense mal de mí, que yo no mataría nadie, que aunque muchas veces haya dicho que quiero matar a piñera no sería capaz ni de matar a ese conchesumadre, que por favor no le diga a mi novia ni a la prensa, que me perdone por la demora pero no me atrevía a hacer nada, que..
Y entró el esposo extrañamente enérgico. Abrió las cortinas para que entrara toda la luz que aun le quedaba al día y se paró frente a mí. Intenté explicarle lo mismo que antes le expliqué a su esposa, pero dijo que ya lo sabía todo: "como si alguien aquí hablara de otra cosa ahora".
Entonces lloré y volví a sentirme criminal, injustamente y por pura mala suerte, pero criminal igual. Él me abrazó como un buen padre e intentó consolarme, pero no pudo. Ya no entendía nada. Nada de eso tenía mucho sentido. Por qué yo, pa' qué. Volví a maldecir hasta que me cansé.
Las cosas se calmaron un poco. Los papás del muerto se fueron al living a organizar el velatorio con otros familiares y amigos.
De nuevo una crisis. Me escapé por la ventana corriendo por una calle que ahora de noche más que humilde se veía flyte y peligrosa. Había dejado de llover y ahora el frío del viento helado acentuaba mi sufrimiento. Después de correr un rato metí mi mano al bolsillo y encontré una sopa en sobre.. pensé en que sería lo último que comería en mi vida, esa noche, la imagine calentita reconfortándome y aliviando un poco mi miseria. Sería una buena despedida.
El papá me alcanzó corriendo y me llevó a otra casa de por ahí, harto más lujosa que el resto.
Me abrazó de nuevo. Yo sentía que estaba abrazando a Joey,porque era ancho y grueso como él.
Llegó mi hermana que había visto la noticia en la tele mientras tomaba once, venía más calmada que histérica y me abrazó también.
Cuando la policía fue a allanar mi casa encontró más bolsas del Lider con porciones humanas de otras personas más que aún no podían identificar y que yo no recuerdo.

1 comentario:

c dijo...

relatas de forma genial con tus manos lo que pasaba por tu cabeza, mis felicitaciones por ello.

fue cuático leerlo ahora como una unidad más que por comentarios sueltos, me sentí en tus zapatos y fue re angustioso, que mal despertar así... pero al menos lo hiciste y volviste a la realidad de la alejandrita buena xD
que son raros los juegos de la mente :S