viernes, 4 de julio de 2008

Una sobre otra

Ruidoso. Así es el tiempo que pasa por mi ventana jugando a volar desde lo que fue a lo que es, imágenes demasiado seguidas que forman películas ahí afuera... son coherentes, su fraternidad tan potente me aterroriza... ¿Por qué en orden? ¿Por qué tan religiosamente una después de la otra? Les falta espontaneidad... pobres condenadas ilusas que siguen ciegamente y sin oler la ley universal que nunca alguien creó ni firmó, pero que todos aceptan con el mentón incrustado en el pecho sangrante.

Soy afortunada porque aquí mando yo. ¿Quién más que yo lo haría tan perfectamente? NO existen normas impuestas ni leyes represivas; nada se me prohíbe porque soy la dueña del tiempo. Mi mujer se ríe pensando que está loca y que debería abandonar tanta ocurrencia extraña. Ilusa también, como las imágenes obedientes ciegas! Le creyó al mundo cuando todos le aseguraron que era libre de pensar lo que quisiera... mentira! La única libre aquí soy yo que habito su cabeza. Hago y Deshago. Construyo y destruyo. Ato y desato neuronas!

Dentro de cada persona que se declara independiente existe una tirana como yo, dueña, reina y emperatriz del territorio infinito.


Una tras otra. Una sobre otra.



Majestuosa se paseó por su reino mirando a su puñado de esclavas subordinadas sin desearlo ni saberlo. Ella, la real dueña de todo, es la única que comprende la lucha de cada una de esas mujeres que se empeña en conocerse y comprenderse a sí mismas cuando abandonan la naturalidad de la niñez y sus mentes se amplían, descubriendo partes extrañas dentro de ellas. No son zonas propias! Es que siempre hubo más de alguien metido en la intimidad de nuestros laberintos.
En realidad, nunca fue comprendernos... siempre fue conocer y acostumbrarse a la maña odiosa de muchas otras mujeres dentro, cada una dentro de la anterior; cada una déspota y esclava.

Aquí nace la contradicción.
Este es el origen de la nebulosa.

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