Está la vocecilla de este personaje rebotando en las paredes de mi cráneo como un eco interminable, eterno. Ni se inmuta cuando le pido con buenos modales que se retire. Tampoco muestra interés cuando le pido más violentamente que se vaya... y para sorpresa mía, ni siquiera mandarla a la cresta funciona, porque es de una irreverencia...Yo no quería pensar que había elegido mal, pero la voz (tu voz) se encarga de arrastrarlo ásperamente por mi cara, y no puedo cantar mientras gritas repitiendo ni me sirven de refugio mis grandes fortalezas de piedras pegadas con clara de huevo. Hay algo de terrible en la situación, incómoda, nefasta. Te cubrí con miel, te llevé a los lugares más hermosos que conozco, esos llenos de lagrimitas tímidas en los ojos. No puedo culparte; yo elegí, libre e intensamente.Ahora elijo tratarte como a una persona cualquiera.. compartir contigo lo que comparto con cualquiera. Tirarte a un montón de gente desnuda, a lo mejor... O quizás sólo te deje ahí, en la silla de la plaza en la que dudo volverme a sentar.
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